miércoles, 29 de abril de 2015

INCOMUNICACION: DE COMO APRENDI A MORDERME LOS LABIOS

Aparecen de mis amigos cantidades de frases inspiradoras, tableros como estos que muestran un deseo, que me gustan y que siempre comparto, mensajes que todos nos pasamos amablemente de todo, pero lo que siento que nos falta es aprender a mordernos los labios. Esto, precisamente esto es soltar. Todas las frases románticas que hemos visto y escuchado no nos sirven para aprender soltar. Hasta que no lo pasamos por el cuerpo no podemos experimentar lo que es soltar. Escucho algo que me duele, me muerdo los labios: me callo, no hablo, no reacciono, no expongo mi diferencia automáticamente, no intento convencer al otro de que está equivocado; me muerdo los labios. Con el tiempo, luego de muuuchaaa practica habré aprendido a callarme y a callar mi conversación interna que dice que ataque porque ¡yo tengo razón! Habré entendido después de mucha práctica que lo que dijo el otro no me corresponde, no es mío, es del otro. Eso que el otro me está diciendo, ese resentimiento que aflora, esa herida en carne viva que ostenta, y que levanta como una barrera ante mí y descarnadamente me grita en la cara, le corresponde, es de él, no es mío. Esto también es no engancharse en conversaciones que no llevan a ninguna parte, que dejan un sabor amargo en la boca, que no crean ninguna posibilidad, ninguna oportunidad. Y si por casualidad, algún día me encuentro en una conversación así, y digo por casualidad porque somos responsables de las conversaciones en las que nos metemos, si algún día me encuentro en una conversación así, repito, ME MUERDO los labios (la lengua también puede servir), o algún gesto o movimiento que me traiga al lugar de donde quiero irme, a veces intentar una sonrisa cortés sirve y con una graciosa media vuelta me voy. Al principio todo el mundo se da cuenta pero con la práctica constante que me permite encontrar mis límites, encargarme de mí y no del otro, casi ni se nota.

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