martes, 12 de octubre de 2010

El coaching ontológico como recurso para la transformación personal

Es la búsqueda del ser de quién soy y qué quiero hacer. Es saber qué me pasa, cómo soy y cómo quiero ser, qué quiero. No puedo saber qué quiero cambiar si primero no sé con qué me quiero quedar. Es el rediseño de mi vida. En lenguaje, cuerpo y emoción.

Las creencias se cambian, no se confrontan, analizan, racionalizan, verifican, investigan ni entienden. Las creencias SE CAMBIAN.

De nuevo, no intentes comprender ni examinar lo que sigue. En su lugar te invito a USARLO, VIVIRLO. La acción es lo único que te acerca a los resultados. La acción es lo único que te permitirá saber si es verdad (para vos) o no. Te propongo una dieta, una dieta de pensamiento. Te invito a que la sigas durante quince días y luego que elijas lo que es para vos. Es empezar, y como todos sabemos todo viaje comienza con el primer paso. Podes medir tu fuerza, podés esperar el resultado o podés tener excusas. Lo que no podrás es tener las dos cosas. O tenés excusas o tenés resultados.

Caminá de 10 a 30 min. todos los días. Mientras camina, sonríe.
Esto lo sabemos todos. ¿Lo hacemos? ¿Se puede? La gente que camina dice que caminar le sirve para alejarse, para tomar distancia, que si camina temprano puede “ver” el día completo. El que camina a la noche dice que le sirve para “relajarse”. Para mí lo más difícil es ponerse las zapatillas. Al principio tardaba mucho, media hora, cuarenta minutos, y tenía miles de excusas: Hace mucho frío, hace mucho calor, caminé ayer, es suficiente, estoy cansada, no puedo más. No es posible ningún cambio si todo sigue igual. Nuestros hábitos son tan pesados como los tanques de combustible de las naves espaciales: cuando los sueltan, se elevan.
Caminá, paseá, solo o con compañía. Cambiá, buscá, innová. Simplificá, si no podés porque no te queda tiempo levantate más temprano, acostate más tarde, vestite más cómodamente para caminar mientras vas a la oficina. Inventa vos “tu” forma.

Sentate en silencio por lo menos 10 min. cada día. Encerrate si es necesario.Diez, solamente diez minutos. Cerrá los ojos en el subte o en el colectivo. Dejá el diario. Apagá el televisor. Debe haber una iglesia cerca de tu casa o de tu trabajo, pero no importa el credo, importa que puedas sentir el silencio, “sentirte”, encontrarte.

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