Todos tenemos una cerca, y quién no te dice que no seamos víctimas también sin darnos cuenta. La identificación es bastante fácil y no es el olfato como el del sabueso lo que nos ayuda, sino el oído. Hay que estar muy atentos y alertas a las conversaciones que escuchamos –¡y también a las propias! Si estás por ahí y escuchás (o te descubrís diciendo) “esto es lo que me tocó en la vida” ya retrocediste dos casilleros. También se escucha mucho “ay, cómo me gustaría, pero yo no tengo suerte”; diez casilleros. Y con el “si no fuera por (completar con mi papá/mamá/cónyuge/etc)” volvés al comienzo. La Víctima, cuidate: vos podés ser una. Como primera acción para cambiar, diría el buen coach, escuchá y escuchate. No es el pensamiento positivo lo que produce el cambio, solamente las acciones que diseñes.
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