La capacidad de coordinar conversaciones se aplica a todos
los ámbitos y a todas las actividades. Esta mañana estábamos haciendo yoga en
el Parque Saavedra, una actividad del Gob. de la Ciudad en su estación
saludable. Hace unos pocos meses que voy pero es una actividad que se da hace bastante
tiempo: los asistentes se conocen; el nivel de comunicación con los profesores
y coordinadores es muy cordial.
Ahí estábamos por empezar la clase cuando comienzan a sonar los
parlantes con música muy fuerte anunciando el comienzo de otra actividad aparentemente
también del Gob. de la Ciudad porque se mencionaba/auspiciaba a la Comuna 12
que es Saavedra, Coghlan, Villa Urquiza, etc., o sea nosotros. Vean las fotos, están sacadas desde mi
colchoneta, 10 metros de distancia.
Va el encargado de la estación porque no íbamos
a poder hacer yoga con la música tan fuerte y bueno, paró la música. Cinco minutos. Empezaron los discursos, los
agradecimientos, los premios, las instituciones participantes, las actividades
que se iban a desarrollar durante el día, la banda de la policía, etc. etc. a
todo micrófono.
Desde mi rincón del coach me quiero enfocar en la imposibilidad
de coordinar conversaciones o por lo menos de reflexionar en la acción o de negociar.
¿No se sabía en el parque o en el gobierno de la ciudad o en el CGP 12 que
había otra actividad a 10 metros? ¿Tema comunicación? ¿Tema de egos –me quiero
lucir con mi evento a toda costa? Y si todo esto no fuese posible, ¿no se puede
conversar en el momento del conflicto y ajustar opciones para esa hora
reconociendo la otra actividad y adaptando las diferentes actividades?
Declaramos constantemente ser abiertos, tolerar los
diferentes grupos de interés, el respeto por los niños, los ancianos, los
animales pero cuando se trata de bajar esa declaración a una acción es muy poco
lo que veo que se puede hacer. Y no hay aprendizaje porque no hay intención.
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